Candidatos a Alcalde de su municipio. Algunos consejos

Este artículo está pensado para los candidatos a Alcalde de su municipio. Algunos consejos y una especie de guía que os será de utilidad.

Introducción

Una vez tomada por parte de un grupo la decisión de concurrir a unas elecciones, y con independencia de que se haya optado por la figura de la Agrupación de Electores o por la de Partido Político, el primer objetivo resulta para las nuevas formaciones, el de darse a conocer. Objetivo que en las grandes poblaciones se antoja dificultoso pero que, sin embargo, resulta perfectamente posible en los municipios de tamaño medio a los que esta página se dirige, digamos que entre 5.000 y 25.000 habitantes. También es importante tener conocimientos del funcionamiento de un Ayuntamiento.

Ese darse a conocer tiene una doble vertiente: la que podemos llamar pública, y de la que se habla en el Área de Comunicación, y la que denominados privada, de la que nos ocuparemos a continuación en el punto de las actitudes o conductas de los candidatos antes de la convocatoria electoral.

Seguidamente, se tratará también de dichas actitudes a lo largo de la conocida como “precampaña”, esto es, el tiempo que transcurre desde la convocatoria electoral y hasta el comienzo de la campaña propiamente dicha, durante el transcurso de ésta, el día de las elecciones y, por fin, las fechas posteriores hasta la constitución del nuevo Ayuntamiento.

Antes de la candidatura

a) Comunicación a familiares y amigos

Los candidatos, individualmente o en pequeños grupos, deben poner su decisión de presentarse, en primer lugar, en conocimiento de su círculo de allegados, esto es, sus familiares y sus amigos, y tratar de implicarlos en la comunicación al exterior de la noticia, y ello con independencia de si en un momento anterior se les consultó sobre la decisión.

b) Asistencia a establecimientos y eventos públicos

Una vez que los más cercanos conocen la situación, debe darse un paso más, con el fin de que aquélla sea conocida por el mayor número posible de vecinos. Y, para ello, nada mejor que utilizar instrumentos que se encuentran disponibles en todo momento. Pondremos algunos ejemplos, dejando claro desde el principio que dos normas deben estar presentes: OLVIDAR LA TIMIDEZ SABER ESCUCHAR:

  • El comercio de cercanía (tiendas de alimentación, estancos, farmacias…). Comunicar por nuestra parte a la persona que nos atiende, sea el dueño o un empleado, la decisión, será interpretado como una señal de confianza que, normalmente, lo predispondrá de forma favorable. Mejor aún si en el momento elegido hay más clientes en el establecimiento.
  • Los establecimientos de hostelería (bares, cafeterías, restaurantes…). Vale lo dicho en el punto anterior, pero no se debe abusar. Si un candidato “se pasa la vida en los bares”, lo conseguido por un lado (atraer la simpatía de los parroquianos) puede perderse por otro (posible fama de beber en exceso o de dedicar poco tiempo al trabajo y a la familia).
  • Eventos deportivos y culturales (partido del equipo de fútbol de la localidad, torneos deportivos infantiles, inauguración de una exposición, conciertos o representaciones teatrales…). No se trata de proclamar a grandes voces nuestra decisión, pero no está de más el intentar charlar, en los tiempos de descanso, con distintas personas y dejarles caer la noticia. Si, además, pedimos su opinión sobre la misma, miel sobre hojuelas.
  • Centros educativos (se tenemos hijos en edad escolar), en los momentos de entrada y, sobre todo, salida, en los que se acumula un mayor número de personas.
  • Centros religiosos, también a la finalización de la misa o celebración de que se trate. Evidentemente, esto vale únicamente para practicantes habituales, pues para candidatos que “no pisan una iglesia” resultaría, desde luego, contraproducente.

Si se ha conseguido, como en la letra a) se sugiere, implicar a familiares y amigos en la decisión de presentarse, la labor de la que hablamos puede ser desempeñada también por ellos, en el bien entendido de que, tratándose de una importante ayuda, no suplirá en ningún caso a la que los candidatos deber realizar personalmente.

c) Comunicación a grupos y personas relevantes

En los municipios de los que venimos hablando, sobre todo los de pequeño tamaño, existen las que tradicionalmente se conocen como “fuerzas vivas”. No está de más, sino todo lo contrario, comunicar a dichas personas la decisión de concurrir a las elecciones. En este caso, se sugiere que dicha comunicación la lleve a cabo el candidato a la alcaldía, aunque asista acompañado de otros candidatos. Es una muestra de respeto que será, indudablemente, valorada. Sin afán exhaustivo, mencionaremos alguna de esas personas:

  • Juez de Paz
  • Directores de centros educativos
  • Párrocos
  • Médico
  • Empresarios relevantes
  • Hijos predilectos o adoptivos del municipio

 

Además de esas personas, cuya relevancia lo es a título individual, debe contarse también con las asociaciones, entidades, clubes y similares existentes en el municipio, sean del ámbito que sean (culturales, deportivos, empresariales, de amas de casa, religiosas, urbanísticas, ecologistas…). En tal caso, sugerimos que la comunicación se realice por escrito firmado por el candidato a la alcaldía en el que se solicite, además, una entrevista personal con sus dirigentes y quienes éstos consideren, entrevista a la que el candidato citado podrá asistir acompañado de los compañeros de grupo que considere más idóneos. Será fundamental que, en las entrevistas que se celebren se escuchen con atención los problemas que se planteen, se recojan sugerencias y se intente contestar a las preguntas que se hagan o, al menos, se adquiera el compromiso de contestarlas tras su estudio (en tal caso, por supuesto, deberán ser contestadas a la mayor brevedad).

Precampaña y campaña

Una vez convocadas las elecciones, y con independencia de los actos públicos a llevar a cabo durante la “precampaña” y la campaña propiamente dicha, las actitudes y conductas personales de los candidatos deben intensificarse. Valga todo lo dicho en el punto anterior, al que añadiremos una sugerencia: que los familiares, amigos y simpatizantes que estén dispuestos (y cuanta mayor sea su implicación, más dispuestos estarán) organicen en su propia casa o en un reservado de un establecimiento de hostelería pequeñas reuniones de hasta veinte personas a las que asista el candidato a la alcaldía y alguno de los componentes de la lista y en las que, sin prisa y en un ambiente distendido, pueda exponerse el proyecto de gobierno, se escuchen sugerencias y se respondan preguntas.

Conocemos experiencias de municipios en los que así se ha hecho y el candidato a la alcaldía ha llegado a reunirse, en esos pequeños grupos, con más de quinientos vecinos. Y hemos de decirlo claro: tener la oportunidad de contactar de una forma tan directa con un número tan elevado de electores (que sobre todo en pequeños municipios puede suponer hasta un quince o veinte por ciento del censo electoral) resulta impagable. Es un trabajo arduo, pero merece la pena.

Un consejo muy importante es llegar a la precampaña con una sólida Identidad Digital y conociendo que influye en los votantes para tomar una decisión.

El día de las elecciones

Finalizada la campaña, que ha sido dura y durante la que nos hemos empleado a fondo. Pudiera pensarse que el trabajo ha terminado. Gran error. Empleemos el día de reflexión para descansar y estar con los nuestros y recuperemos fuerzas, porque lo peor está por llegar. 

a) Antes de la constitución de las mesas 

Lo correcto, en nuestra opinión, es que los miembros de la candidatura se reúnan a primera hora de la mañana en la sede de la formación (en su defecto, local adecuado, como una cafetería) con los interventores y apoderados de la candidatura, con dos objetivos:

  • Por una parte, terminar de aclarar cualquier cuestión de procedimiento que pudiera quedar pendiente.
  • Y por otra, y más importante, infundir a los apoderados e interventores el mayor caudal de ilusión posible.

 

Debemos tener en cuenta que el trabajo que les espera es mucho, sobre todo en tiempo, y que todo apoyo moral será poco. Un café, algo de charla distendida, unas oportunas palabras de ánimo, resultarán de inestimable ayuda hacia quienes van a “batirse el cobre” en la extensa jornada electoral que espera. 

b) Al acudir al colegio electoral

Consideramos, en primer lugar, que la hora correcta de votar es la temprana. Tampoco, desde luego, nada más abrirse las mesas (habría muy pocos electores presentes en ese momento), pero no más tarde de las 11 o las 12 de la mañana.

Las dos posibilidades más idóneas son:

1.- Concurrir el cabeza de lista acompañado del resto de candidatos, y así ir recorriendo cada uno de los colegios. La sensación de unidad que con ello se transmite puede resultar francamente beneficiosa, además de la solidaridad entre candidatos que con ello se crea.

2.- La segunda posibilidad, que no tiene por qué ser incompatible con la primera, es la de acudir a votar acompañado de la familia (mujer, hijos…), lo que transmite una sensación de cercanía también muy favorable.

Charlar con los conocidos que podamos encontrarnos en el entorno de los colegios, compartir un café o unas cañas, ser siempre cordial, también ayuda. Y, por supuesto, en el caso de encontrarnos con candidatos de otras opciones, deberemos mantener una actitud de total corrección e, incluso, de complicidad y cordialidad.

Creemos que el candidato, tras depositar su voto, debe saludar con toda corrección al Presidente y a los Vocales de la Mesa, así como a cuantos interventores o apoderados de candidaturas se encuentren presentes.

Eso transmite una sensación de educación de y “fair-play” que no debe perderse nunca, y mucho menos durante el día electoral. 

c) A lo largo del día 

Sobre las actividades básicas a realizar una vez que el candidato ha depositado su voto, lo primero que hemos de decir es que, tratándose de unos comicios municipales, lo que en ningún caso debe hacer es quedarse en casa. Todo lo contrario, debe transmitir una sensación de total normalidad: pasear, reunirse con los amigos, comer con ellos o en familia en algún lugar concurrido…

Y además de esa sensación, recomendamos frecuentes visitas a los distintos colegios electorales con un triple objetivo:

1.- Informarse de primera mano sobre el transcurso de la jornada electoral, porcentaje de participación, posibles incidentes, etc.

2.- En segundo término, para “dejarse ver” lo más posible ante los electores (ya que no es posible realizar actividad de propaganda alguna durante el día de las elecciones, al menos que la propaganda sea el propio candidato, sin olvidar que en ningún caso debe pedir el voto a ninguna persona).

3.- Por último, para acompañar físicamente a los interventores y apoderados de la candidatura, que estarán realizando una labor ingrata e impagable. En este caso, además, conviene proveerles de lo necesario para que el día transcurra para ellos de la manera más confortable posible: refrescos, bocadillos, prensa… Y no está de más, desde luego, que esa actitud se extienda al resto de apoderados e interventores, con lo que conseguiremos una vez más transmitir una imagen de “fair play” que consideramos absolutamente deseable.

d) Durante el escrutinio 

La suerte está echada. Los colegios electorales han cerrado sus puertas y comienzan a extraerse las papeletas que decidirán qué formaciones y en qué número obtienen representación. ¿Qué hacer entonces? Aquí, las opciones son muy abiertas y dependen, entre otras cosas, del nivel de nerviosismo de cada uno.

– Puede un candidato decidir permanecer en un colegio y ser testigo presencial del escrutinio, para así ir conociendo la evolución de los resultados.

– Puede también permanecer en la sede de la formación, acompañado de unos cuantos “fieles”, y desde ella ir recibiendo las informaciones que de forma periódica deben ser transmitidas por afiliados o simpatizantes especialmente encargados de ello.

– O puede, simplemente, quedarse en casa.

No recomendamos acudir a cenar a un sitio público como si no pasara nada, porque puede transmitir hacia quienes nos vean una sensación de desinterés por los resultados, y aunque éstos son ya inamovibles, cuestiones como esa pueden afectar negativamente en el futuro a nuestra imagen pública. 

e) Finalizado el escrutinio 

Antes de analizar los resultados, y aunque ya se conozcan perfectamente los mismos, el candidato debe acudir una a una a todas las Mesas electorales y agradecer a los interventores y apoderados el trabajo desarrollado.

Esto es importante, porque muchas veces sucede que, conocido el resultado, se produce una “desbandada” de afiliados, curiosos y simpatizantes que hace que quienes se han mantenido en su puesto durante todo el día sientan una sensación desagradable de abandono, más aún teniendo en cuenta que todavía les queda el farragoso deber de firmar actas, pedir copias, etc. (más aún cuando junto con las elecciones municipales se celebren otras como las autonómicas o las del Parlamento Europeo).

En el caso de formaciones que hubieran triunfado y, por tanto, se dispongan a celebrar los resultados como se merece, recomendamos que la celebración permanezca en un tono “menor” hasta que el último apoderado y el último interventor hayan finalizado su función y hayan acudido al lugar de la celebración. Se sentirán así más apreciados en su labor.

Antes de acudir (si es que hay motivo) al lugar de celebración, deberá dirigirse el candidato a los que lo son de otras formaciones concurrentes, y ello deberá hacerse como a lo largo de toda la jornada, con la mayor corrección.

Si uno ha resultado vencedor o considera que los propios resultados son muy buenos, no conviene expresar grandes muestras de entusiasmo, gritar, saltar, etc., sino transmitir una sensación de seguridad y tranquilidad, eso sí, con una radiante sonrisa. Celebrar una victoria electoral como si de un gol en un mundial se tratara resulta, francamente, de bastante mal gusto.

Deberá entonces felicitarse a los candidatos contrarios por el esfuerzo realizado durante la campaña y desear que su relación sea, al menos en lo personal, lo más correcta posible en el futuro (pensemos además que, si no se ha obtenido mayoría absoluta, sus votos podrán hacernos falta en alguna ocasión, por lo que no conviene crearse enemigos).

Si, por el contrario, nuestra formación no ha sido la ganadora, deberemos dirigirnos a quien sí lo fue para felicitarle sinceramente por el resultado y desear, igualmente, una relación fluida en el futuro. Es duro en momentos de derrota mantener el ánimo, pero elecciones hay cada cuatro años, y nunca se sabe. 

f) Durante la celebración

Aquí si, aquí el entusiasmo puede ya desbordarse. Estamos rodeados de afiliados, de amigos, de simpatizantes, de familiares, y podemos por tanto relajarnos mucho más. Eso sí, sin olvidar, una vez lleguen los interventores y apoderados, poner en valor su función ante los concurrentes y agradecer a la totalidad de los mismos tanto el trabajo desarrollado durante la campaña como durante el día.

Y deberemos resaltar también que el éxito no ha sido del cabeza de lista, sino de todo un equipo que, cohesionado, con ilusión, con trabajo, con seriedad, ha llegado a que los resultados sean los que son. 

g) Actitudes ante los medios de comunicación

La valoración de los resultados ante cualquier medio de comunicación (prensa, radio, televisión…) debe partir, en primer lugar, de felicitarse por la ausencia de incidentes durante la jornada y por la alta participación, si es que lo ha sido. Es un tópico. De hecho, es raro el político que no lo hace. Pero precisamente por eso, porque resultaría un poco raro no valorar la normalidad, no está de más hacerlo. Aunque en realidad es, ciertamente, prescindible.

Si, por el contrario, la participación ha sido baja, dependerá de si hemos triunfado o no. Si lo hemos hecho, es mejor no señalar tal circunstancia. Si, por el contrario, hemos sido derrotados, podemos mencionarlo como medio de restar un cierto valor a la victoria de la formación ganadora.

En segundo término, valoraremos los resultados obtenidos por nuestra fuerza con la mayor serenidad, intentando resaltar siempre, aunque la victoria no nos haya acompañado, los aspectos positivos (hemos mejorado, nos hemos mantenido…), y nunca transmitir una sensación abrumadora de derrota (salvo que efectivamente haya sido abrumadora, aunque en ese caso dudamos que merezca la pena hacer declaraciones públicas).

Consejos para el día después

Explicamos las causas por las que un proyecto ilusionante puede fracasar estrepitosamente.

Lo cierto es que el proceso que abarca desde el momento en que un determinado grupo de personas se plantea crear una formación para concurrir a unas elecciones locales y hasta la celebración de éstas es de muchos meses, incluso de un año completo. Y no es fácil recorrer ese camino, porque el camino no es llano, ni mucho menos.

Retomando el chiste inicial, imaginemos una pareja de novios en cuya relación el componente principal, casi el único por lo poderoso, es la pasión, y con esa pasión llegan, llenos de entusiasmo y confianza, al matrimonio. ¿Es suficiente para garantizar el éxito de la pareja? No, desde luego; la pasión, como un estado anímico excepcional, es pasajera. Podrá durar más o menos, pero pasa. Y cuando pasa, llega la rutina del día a día, descubrimos en la otra persona defectos que no imaginábamos, sentimos un gran vacío al comprobar que, en realidad, vivimos con un desconocido… ¿Qué es lo que ha fallado donde todo eran días de vino y rosas? La AUSENCIA DE UN PROYECTO DE VIDA EN COMÚN. Y ese proyecto en común debe fundarse en distintos elementos, todos ellos indispensables:

  1. Ilusión: querer hacer algo juntos.
  2. Sintonía: coincidir en lo que se quiere.
  3. Compromiso: decidir firmemente hacerlo.
  4. Planificación: estudiar cómo hacerlo.
  5. Motivación: mantener la ilusión.
  6. Constancia: no ceder ante las dificultades.
  7. Paciencia: no quererlo todo a la vez.
  8. Tensión: atender a los detalles.
  9. Flexibilidad: permitir pequeñas variaciones en el proyecto.
  10. Confianza: saber que cada uno vela por el otro.
  11. Tolerancia: aceptar los errores y defectos del otro.
  12. Respeto: tratar al otro como nos gustaría que él nos tratara.

Si falla cualquiera de esos elementos, la pareja estará destinada, muy posiblemente, al fracaso.

Traslademos los elementos citados al caso que nos ocupa:

1)    Ilusión: un grupo de vecinos siente que tiene algo que aportar para la mejor gestión del municipio, y eso les ilusiona, porque aman a su pueblo y desean lo mejor para él.

2)    Sintonía: es indispensable que en el seno del grupo exista una mínima afinidad, no sólo de proyecto sino, nos atrevemos a decir, también personal, porque van a compartirse muchas y muy intensas horas.

3)    Compromiso: ese grupo de vecinos se compromete, tanto internamente como ante el pueblo, a ofrecer su trabajo concurriendo a unas elecciones y, de resultar vencedor, gestionando los intereses de todos.

4)    Planificación: el grupo debe estudiar con todo detalle los pasos necesarios para obtener los mejores resultados, no sólo en las urnas, sino ante sí mismo. De hecho, el orgullo de lo bien hecho genera mayor satisfacción que cualquier resultado electoral.

5)    Motivación: la ilusión del principio debe mantenerse y, por tanto, deberán ponerse en funcionamiento todos los mecanismos necesarios. Luego nos referiremos a ellos.

6)    Constancia: lo que se pretende no es fácil. Van a precisarse muchas horas de trabajo, que deberemos restar de nuestro tiempo libre y de nuestro descanso. Y a veces sentiremos que no sirven para nada, que las dificultades nos superan. Recordemos entonces a Ortega y Gasset: “Ninguna encina se derrumba al primer hachazo; una gotera quiebra la peña más dura”.

7)    Paciencia: todo requiere su tiempo. No podemos esperar grandes resultados a los pocos días de ponernos en marcha. Hasta el día electoral, van a suceder muchas cosas. Sigamos paso a paso con la planificación fijada y ya llegarán en su momento esos resultados.

8)    Tensión: este elemento debe matizarse, en el sentido de que debe mantenerse, en todo momento, una tensión moderada. Si es excesiva, puede bloquearnos; si es escasa, no podrá cumplirse con la planificación acordada. Y la mejor forma de mantenerla es ocupándose cada uno del ánimo del resto. Animar a otro nos anima a nosotros mismos.

9)    Flexibilidad: el plan trazado no puede ser excesivamente rígido. Los acontecimientos del día a día obligarán a ir adaptándolo a las necesidades que vayan surgiendo. Eso sí, la adaptar el plan no puede suponer desvirtuarlo. La planificación de hace para algo, y si no se sigue, no se obtendrán los frutos esperados.

10) Confianza: cada miembro del grupo debe confiar en el resto, debe saber que aquél a quien se encomienda una labor la va a desarrollar. Pero también debe saber que, si necesita ayuda para realizar la propia labor, la va a encontrar en sus compañeros.

11) Tolerancia: no todo el mundo tiene la misma formación, la misma capacidad intelectual, la misma capacidad de trabajo… Y todo el mundo, sin exclusión, posee virtudes y defectos. Cada uno debe aceptar al resto de los miembros del grupo tal como son, con sus aciertos y sus errores.

12) Respeto: la confianza que debe imperar entre los miembros del grupo no puede justificar, en ningún caso, que nadie falte al respeto a otro. Si eso sucede, puede quebrarse la convivencia y convertirse en un infierno.

Liderazgo

Hasta aquí la coincidencia entre los requisitos de la vida en pareja y los de la formación electoral. Pero en el segundo caso, del que venimos ocupándonos, entra en juego un nuevo elemento absolutamente imprescindible: el LIDERAZGO. En una pareja, por lo general, ambos miembros son líderes, cada uno en unos aspectos de la convivencia.

En un grupo debe, por el contrario, y en nuestro criterio, debe existir un LÍDER, alguien aceptado por todos como tal, normalmente el futuro cabeza de lista. Los regímenes asamblearios propuestos por algunos nos parecen utópicos y, desde luego, nada prácticos.

El líder de una formación electoral debe tener unas funciones muy claras:

a)    Debe aunar voluntades, hacer que todos los miembros del grupo se sientan partícipes en un proyecto común.

b)    Debe mantener la motivación dentro del grupo, y a tal efecto estar vigilante ante posibles signos de hastío o flaqueza de cualquiera de los miembros.

c)    Debe saber escuchar, hacer sentir a todos y cada uno que su opinión es importante, con independencia de su formación, su nivel intelectual o su carácter.

d)    Debe decidir en casos de discrepancia, lo que no significa imponer su voluntad sino, ante distintas sensibilidades dentro del grupo, razonar por qué se decide en uno u otro sentido.

e)    Debe garantizar el la tolerancia y el respeto dentro del grupo, no permitiendo que nadie se sienta menospreciado o vejado.

f)     Debe mantener la tensión, y estar atento a su posible falta o exceso. En el primer caso, debe “poner las pilas” a quien esté fallando; en el segundo, crear mecanismos que alivien la tensión (comida de hermandad, excursiones…).

g)    Debe decidir los componentes de la lista y su orden en la misma, por supuesto, escuchando a todos y cada uno de los miembros del grupo y razonando el porqué de las decisiones que tome.

Establecida la necesidad de liderazgo, (puede ser que ya exista un “líder natural” promotor de la formación), debemos preguntarnos qué características deben adornar a un buen líder y cuáles suele tener, por el contrario, el malo. Proponemos, sin ánimo exhaustivo, la siguiente relación.

 

1) El mal líder es: 

Autocrático:

  • Es dominante
  • Es autosuficiente
  • Es absorbente
  • Es conflictivo

Paternalista:

  • Quiere quedar bien con todo el mundo
  • No quiere tener conflictos con el grupo
  • Es el “protector “
  • Se considera superior
  • Quiere hacerlo todo
  • Menosprecia al equipo
  • Puede hacer perder la orientación

Suele carecer de normas:

  • Carece de iniciativas
  • No dirige ni coordina
  • Es inseguro
  • No muestra interés por el grupo

 

2) El buen líder es:

Participativo:

  • Valora las ideas y las iniciativas del equipo
  • Valora el tiempo y las capacidades
  • No manipula el grupo
  • Facilita el facilita el proceso de la organización
  • Supera las dificultades en forma productiva
  • Fomenta la participación

Exigente:

  • Se exige en primer lugar a sí mismo
  • Exige a cada uno según sus capacidades
  • Conduce a lograr objetivos
  • Tiene autoridad, en el mejor sentido (capacidad de influir, de ser escuchado)
  • No permite las faltas de respeto

 

Tolerante:

  • Entiende las flaquezas de los miembros del grupo
  • Sabe escuchar
  • Está al servicio del grupo y de sus miembros
  • Acepta a cada uno como es, con virtudes y defectos
  • Relaja la tensión excesiva
  • Es flexible cuando es preciso

Reflexivo:

  • Entiende qué labor desempeñará mejor cada miembro del grupo
  • Evita las decisiones apresuradas
  • Valora las dificultades y estudia cómo salvarlas

No estamos inventando nada. Con total seguridad, la inmensa mayoría compartirá con nosotros las virtudes que debe poseer el buen líder. Pero no esta de más hacer esta somera enumeración con el fin de que, llegado el caso de que el grupo deba elegir a su líder, valore qué miembros del equipo cumplen mejor con los requisitos, lo que hará que la elección sea, seguramente acertada (aunque a veces, por desgracia, el elegido pueda “salirnos rana” y generar decepción y frustración).

En resumen, si no queremos echar por tierra en pocos días el trabajo de muchos meses, recordemos las 12+1 condiciones exigidas al grupo:

  1. Ilusión
  2. Sintonía
  3. Compromiso
  4. Planificación
  5. Motivación
  6. Constancia
  7. Paciencia
  8. Tensión
  9. Flexibilidad
  10. Confianza
  11. Tolerancia
  12. Respeto

 

Y POR SUPUESTO + LIDERAZGO

Si no cumplimos con las condiciones citadas, si no somos serios y rigurosos en nuestra actuación, es, no ya probable, sino casi seguro que habremos malgastado muchas horas de trabajo. Por el contrario, si cumplimos con todo ello, es probable que los buenos resultados nos acompañen. Pero ya lo dice la ley de Murphy: “si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y, en el caso de unas elecciones, podemos haber desarrollado el trabajo a la perfección y, sin embargo, no obtener buenos resultados. Es el elector quien manda.

Que ello no nos desanime. Quedará siempre la satisfacción del trabajo bien hecho. Como dijo Gandhi:

 

“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado.

Un esfuerzo total es una victoria completa.

La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento, y no en la victoria misma.”

Redacción Municipal

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