Dieta equilibrada: beneficios para una buena salud
Dieta equilibrada: las claves esenciales para una alimentación saludable
La dieta equilibrada, tal como explica la UNED, es la base de una alimentación que sostiene la salud a largo plazo y respeta los ritmos naturales del cuerpo. En un tiempo en el que proliferan las dietas restrictivas, los superalimentos de moda y los hábitos alimentarios rápidos, recuperar la visión tradicional de comer bien es una forma de volver al sentido común. Nuestros abuelos ya sabían que una buena mesa debía ser variada, suficiente y prudente, y precisamente eso es lo que recoge la definición académica de una dieta equilibrada.
Según la UNED, una dieta equilibrada es aquella que garantiza un estado nutricional óptimo, aportando al organismo la energía y los nutrientes necesarios para desarrollar tanto las funciones vitales como las actividades diarias. No se trata de complicar la alimentación, sino de recuperar una organización sensata basada en principios nutricionales fundamentales. En realidad, volver a las raíces: comer variado, suficiente y con prudencia. Recuperar hábitos que nuestras familias han transmitido durante generaciones, adaptándolos al conocimiento actual, pero sin perder su esencia. Esta combinación de ciencia y tradición es, quizá, la forma más sensata de cuidar la salud.
La base del buen funcionamiento del organismo, es una alimentación saludable
El primer pilar de la dieta equilibrada es asegurar un aporte energético suficiente. El cuerpo necesita una cantidad concreta de calorías para respirar, moverse, pensar, digerir y mantener la temperatura corporal. Aportar menos energía de la necesaria conduce al cansancio y la pérdida de masa muscular; aportar más favorece el sobrepeso y otros problemas metabólicos. La clave está en la moderación, una idea profundamente arraigada en la tradición culinaria mediterránea.
Proporción correcta de nutrientes: equilibrio y sentido común
La UNED destaca que la dieta equilibrada requiere una distribución adecuada entre proteínas, hidratos de carbono y grasas. Las proteínas deben representar entre un 10 y un 15 % del aporte energético total y proceder preferentemente de alimentos de calidad: huevos, carnes magras, pescado, leche y legumbres. Estas fuentes proteicas siempre han sido valoradas en las cocinas tradicionales, donde se priorizaba la sustancia y la naturalidad por encima de los productos procesados.
Los hidratos de carbono deben aportar entre un 50 y un 55 % de las calorías. No se trata de consumir azúcar o bollería, sino de apostar por pan, arroz, patatas, pasta y legumbres, productos básicos de la despensa de siempre. Esta visión coincide con las recomendaciones científicas actuales: priorizar los alimentos ricos en almidón y fibra, y evitar los azúcares refinados.
Las grasas, por su parte, no deben exceder el 30-35 % del total calórico. La dieta mediterránea tradicional ya resolvió este equilibrio hace generaciones gracias al aceite de oliva, un ingrediente que aporta grasas saludables en una proporción razonable. Para compensar los excesos que puedan producirse es interesante contar con suplementos alimenticios como Regis H Silimarina, un compuesto de Agrimonia, Ortiga Blanca y Silimarina (un derivado del cardo mariano) que tiene efectos hepatoprotectores, combate el hígado graso, ayuda a controlar la diabetes, refuerza las defensas y depura toxinas.
Importancia de la fibra y de los alimentos frescos para una dieta equilibrada
Otro punto fundamental es la ingesta suficiente de fibra vegetal, presente en frutas, verduras, hortalizas, legumbres y cereales integrales. Estos alimentos no solo facilitan la digestión, sino que aportan vitaminas, minerales y antioxidantes esenciales. Nuestra cocina tradicional, basada en platos de cuchara, ensaladas frescas y verduras de temporada, responde de forma natural a estas recomendaciones.
Moderación: el principio eterno del buen comer
La UNED recuerda la importancia de limitar la ingesta de sal, azúcares refinados, grasas saturadas y productos ultraprocesados. Este consejo, lejos de ser una moda reciente, coincide con la forma clásica de alimentarse: comida casera, ingredientes sencillos y combinaciones equilibradas. La tradición nunca abusó de lo dulce ni de lo salado, y siempre valoró la frugalidad.
Una mirada al futuro apoyada en la sabiduría del pasado
Seguir una dieta equilibrada según la UNED es, en realidad, volver a las raíces: comer variado, suficiente y con prudencia. Es recuperar hábitos que nuestras familias han transmitido durante generaciones, adaptándolos al conocimiento actual, pero sin perder su esencia. Esta combinación de ciencia y tradición es, quizá, la forma más sensata de cuidar la salud.

