Giorgia Meloni, una líder política que levanta admiración en España

Recientemente, el escritor Arturo Pérez-Reverte mostraba su admiración por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con estas palabras: «Oigo a Feijoo, a Abascal, a Sánchez, a cualquier rascapuertas de los que tenemos aquí, luego comparo sus palabras, tono y contenido con los de esta señora rubia, y me entran unas enormes ganas (momentáneas, pero enormes) de ser italiano«.
Oigo a Feijoo, a Abascal, a Sánchez, a cualquier rascapuertas de los que tenemos aquí, luego comparo sus palabras, tono y contenido con los de esta señora rubia, y me entran unas enormes ganas (momentáneas, pero enormes) de ser italiano. https://t.co/zwjTFXDCuZ
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) July 5, 2025
Su publicación en la Red Social X ha tenido una enorme repercusión hasta la fecha llegando a 2,5 millones de visualizaciones y más de 2.000 comentarios, casi todos dándole la razón y confirmando que en España nos falta líderes políticos que hablen con la claridad de la premier italiana. Vamos a conocer un poco mejor quién es esta mujer singular.
Acerca de Giorgia Meloni
Giorgia Meloni (Roma, 1977) es una política conservadora italiana que desde octubre de 2022 ocupa el cargo de primera ministra de Italia, siendo la primera mujer en llegar a la jefatura de gobierno de su país. Inició su actividad política muy joven: a los 15 años se afilió al Frente de la Juventud del Movimiento Social Italiano (MSI), un partido posfascista heredero directo del legado de Mussolini. En esos años destacaría por su activismo, llegando a liderar en 2004 la sección juvenil de Alianza Nacional (AN), convirtiéndose en la primera mujer en presidir esa organización de juventudes. Para entonces ya compatibilizaba la política con trabajos modestos que le permitieron financiar sus estudios y militancia, reflejando unos orígenes humildes que marcaron su carácter.
Con apenas 29 años, Meloni fue elegida diputada en 2006 por las filas de AN, llegando a ser la vicepresidenta más joven de la Cámara Baja italiana en la historia . Su rápida proyección continuó cuando, dos años después, el entonces primer ministro Silvio Berlusconi la nombró ministra de Juventud en 2008, cargo que ejerció hasta 2011 . Tras la caída del gobierno de Berlusconi en medio de la crisis financiera de 2011, Meloni decidió emprender su propio camino político. En diciembre de 2012 cofundó el partido Hermanos de Italia (FdI) junto a veteranos de la derecha como Ignazio La Russa, tomando el nombre de una línea del himno nacional italiano . En las elecciones de 2013, Hermanos de Italia apenas obtuvo un 2% de votos a nivel nacional , pero Meloni persistió en consolidar este nuevo espacio político.
A partir de 2014, Meloni asumió la presidencia de Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia) y comenzó a elevar su perfil público en la oposición. En 2018 su partido entró al Parlamento con un 4.4% de votos, minoritario frente a sus socios derechistas Liga y Forza Italia . Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó en 2021: Meloni rehusó participar en la coalición tecnocrática de unidad nacional liderada por Mario Draghi durante la pandemia, convirtiéndose en la única líder de un partido importante que se
mantuvo en la oposición . Esta apuesta le permitió capitalizar el descontento de una parte del electorado y presentarse como una figura antisistema, libre del desgaste de apoyar medidas impopulares. El resultado fue que, en las elecciones anticipadas de septiembre de 2022, Hermanos de Italia emergió sorpresivamente como el partido más votado (26% de los sufragios) dentro de la coalición de derechas, superando a sus aliados tradicionales . Meloni ascendió así a la presidencia del Consejo de Ministros el 22 de octubre de 2022 al frente de una coalición con la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia (de Berlusconi), haciendo historia como la primera mujer en liderar el gobierno italiano.
Vida personal e identidad política
Meloni se declara católica devota y madre. Mantiene una relación con el periodista Andrea Giambruno, con quien tiene una hija nacida en 2016. En octubre de 2019, durante una manifestación en Roma, pronunció su famosa frase: «Soy Giorgia, soy mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana». Esta declaración se convirtió en un fenómeno viral y consolidó su imagen como defensora de los valores tradicionales. Algo muy parecido a lo que dijo la también defensora de los valores europeos, Elena Ramallo, en una entrevista, «Soy mujer, madre, blanca, española y no tengo que pedir perdón por ello». La frase de Meloni, lejos de perjudicarla, le proporcionó una inesperada fama pop y amplificó su perfil público de manera notable. Meloni, que hasta entonces era vista como una figura de nicho en la política italiana, pasó a ser reconocida por amplios sectores, capitalizando ese impulso mediático en favor de su carrera política.
Su firme defensa de la familia tradicional y su eslogan de “Dios, patria y familia” van de la mano de posiciones conservadoras en asuntos sociales. Meloni se opone al aborto, a la eutanasia y al matrimonio entre personas del mismo sexo, abogando por la familia nuclear formada por hombre y mujer . Asimismo, ha rechazado etiquetas feministas clásicas, promoviendo en cambio un discurso de “feminismo nacionalista”, donde exalta el rol de la mujer como pilar de la nación pero critica el movimiento feminista de izquierda . Estas posturas han suscitado controversias y señalamientos de retroceso en derechos, pero Meloni sostiene que busca revalorizar la maternidad y la identidad femenina sin recurrir a cuotas de género ni “feminismos de salón”. En resumen, su faceta personal e ideológica proyecta la imagen de una líder que se enorgullece de ser mujer y madre, católica convencida y defensora a ultranza de la tradición, elementos que han forjado su conexión con una parte importante del electorado italiano.
Política migratoria: mano dura contra la inmigración irregular
Uno de los ejes centrales del programa político de Meloni ha sido la lucha frontal contra la inmigración ilegal. Durante su campaña prometió medidas contundentes, llegando a proponer un “bloqueo naval” en el Mediterráneo para frenar la llegada de migrantes desde el norte de África.
Meloni ha enmarcado la presión migratoria en términos casi existenciales, describiéndola como una “batalla épica para Italia y Europa”. En su retórica, suele culpar al “neocolonialismo” y al subdesarrollo crónico en África como causas profundas de las oleadas migratorias, argumentando que las potencias europeas deben dejar de explotar a esos países si se quiere frenar la salida masiva de personas. No obstante, su respuesta inmediata ha sido endurecer las políticas de control fronterizo y de asilo.
Ya en las primeras semanas de su gobierno, a finales de 2022, Meloni implementó políticas más estrictas que sus predecesores para contener la inmigración irregular. Su ejecutivo restringió las operaciones de rescate de ONGs en el mar y exigió a otros países de la UE más solidaridad en la acogida de refugiados. En 2023, ante un fuerte aumento de llegadas de balsas y embarcaciones precarias (solo en la pequeña isla de Lampedusa llegaron más de 10.000 migrantes en pocos días de septiembre), el gobierno de Meloni declaró el estado de emergencia migratoria.
Paradójicamente, aunque ella había prometido “orden y seguridad” en las fronteras, el número de arribos casi se duplicó en 2023 respecto al año anterior , poniendo a prueba su estrategia. En respuesta, Meloni endureció aún más las normas: aprobó un decreto para ampliar el periodo de detención de los migrantes irregulares de un máximo de 3 meses a 18 meses antes de su expulsión , y ordenó habilitar nuevos centros de retención para albergar a quienes lleguen sin documentación válida. “Tendremos todo el tiempo necesario no solo para verificar las identidades, sino también para proceder a la repatriación de quienes no tengan derecho a protección”, justificó Meloni al anunciar la medida. A la par, lanzó mensajes contundentes dirigidos a los potenciales migrantes, advirtiéndoles que “no tiene sentido confiar en los traficantes” porque, de intentar la travesía, serían interceptados, detenidos y devueltos a sus países.
Meloni ha buscado también soluciones novedosas y acuerdos internacionales para frenar la migración. Bajo su iniciativa, Italia firmó en 2023 un acuerdo bilateral con Albania para trasladar a ese país a solicitantes de asilo llegados a suelo italiano, con el objetivo de tramitar allí sus peticiones de refugio de manera acelerada. Este plan –pionero en la UE– pretendía desalentar las salidas al mostrar que, incluso si se lograba cruzar el mar, los migrantes no podrían permanecer en Italia. Sin embargo, la iniciativa ha enfrentado trabas legales: tribunales italianos bloquearon las primeras transferencias de migrantes a Albania cuestionando su legalidad y remitiendo el asunto a la justicia europea. Pese a estos obstáculos, el gobierno de Meloni defendió tenazmente el acuerdo, y la propia primera ministra llegó a criticar la decisión judicial de frenarlo, considerándola prejudicial para la soberanía italiana. El debate sigue abierto, pero muestra la determinación de Meloni para probar medidas drásticas en materia migratoria.
En paralelo, Meloni ha presionado a la Unión Europea para que asuma un papel más activo en la crisis migratoria. Italia, bajo su liderazgo, impulsó que la UE firmase pactos con países de origen y tránsito (como Túnez o Libia) para contener las salidas, y reclamó un mecanismo de reparto de refugiados más equitativo entre los socios europeos. Su insistencia logró colocar el tema migratorio en la agenda prioritaria de Bruselas . De hecho, en 2023 la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó con Meloni a Lampedusa y anunció un plan de acción europeo de 10 puntos que incluía apoyar a Italia en las repatriaciones y estudiar una misión naval conjunta en el Mediterráneo . Estas gestiones reflejan cómo Meloni ha sabido convertir una problemática nacional en un asunto de debate continental. No obstante, sus políticas también le han ganado críticas severas: organizaciones humanitarias y voces de la oposición la acusan de criminalizar la migración y desatender la obligación de salvar vidas en el mar. La líder opositora Elly Schlein (Partido Democrático) calificó el alargamiento de las detenciones como “una elección odiosa” e inútil para disuadir las llegadas, reclamando vías legales y seguras de entrada. Incluso el trágico naufragio de febrero de 2023 frente a las costas de Calabria, donde más de 80 personas murieron ahogadas, desató reproches a su gobierno por la gestión del rescate. Meloni expresó entonces su “profundo dolor” por las víctimas pero atribuyó la tragedia exclusivamente a los traficantes de personas, prometiendo mano dura contra esas redes criminales.
A día de hoy, la política migratoria de Meloni se mantiene firme en sus principios de disuasión y control. Aunque los flujos migratorios no se han detenido, ella sostiene que sin medidas estrictas la situación sería aún más caótica. Su enfoque de “tolerancia cero” ha redefinido la posición de Italia en los debates europeos sobre inmigración, alineándola con los países partidarios de reforzar las fronteras y endurecer las normas de asilo. Queda por ver si esta estrategia dará resultados duraderos o si las dinámicas migratorias terminarán imponiendo la necesidad de otros enfoques más centrados en la cooperación y el desarrollo internacional.
Giorgia Meloni y la islamización: una postura identitaria firme
Giorgia Meloni ha hecho de la defensa de la identidad cultural y religiosa de Italia uno de los pilares centrales de su discurso político. Para la actual presidenta del Consejo de Ministros, el fenómeno de la islamización —entendido como la expansión del islam político y su influencia sobre las costumbres y leyes europeas— representa una amenaza directa a los valores que, en su opinión, han definido históricamente a las sociedades occidentales: el cristianismo, la libertad individual y la igualdad entre hombres y mujeres.
Durante los últimos años, Meloni ha denunciado públicamente la supuesta pasividad de las instituciones europeas ante lo que considera una “penetración cultural silenciosa” por parte del islam más radical. En múltiples ocasiones ha advertido que Europa corre el riesgo de diluir su identidad por el temor a ser acusada de islamofobia. “Nos llaman intolerantes cuando decimos que no queremos burkas en nuestras calles o escuelas separadas por sexos”, ha declarado, “pero lo que defendemos es el derecho de nuestras hijas a crecer en libertad, en una Europa laica, donde la mujer no sea invisible”.
Uno de sus posicionamientos más controvertidos se produjo en 2019, cuando expresó su apoyo a la prohibición del uso del velo islámico en espacios públicos, incluyendo escuelas y edificios oficiales. A su juicio, símbolos como el hiyab o el niqab no son únicamente expresiones religiosas, sino herramientas de sumisión y discriminación hacia la mujer. Este enfoque la ha alineado con otras voces de la derecha europea, como Marine Le Pen o Geert Wilders, que también han criticado la expansión del islam en sus respectivos países como un problema de seguridad y cohesión nacional.
Meloni ha insistido en que su posición no es contra las personas de fe musulmana, sino contra la imposición de valores ajenos al marco constitucional italiano. “Aquí, el único derecho sagrado es el de nuestras leyes”, señaló en una intervención parlamentaria en 2021. En este sentido, ha abogado por exigir la aceptación expresa de los valores constitucionales a todo aquel que quiera residir en Italia, incluyendo la igualdad de género, la libertad de expresión y el rechazo a la sharía.
En el plano legislativo, Hermanos de Italia ha presentado propuestas para reforzar el control sobre las asociaciones culturales islámicas, exigir mayor transparencia en su financiación y regular con más dureza la apertura de mezquitas, especialmente aquellas no reconocidas por las autoridades italianas. También ha defendido el cierre de centros que, bajo apariencia religiosa, promuevan discursos contrarios al orden democrático.
La visión de Meloni sobre la islamización forma parte de un marco ideológico más amplio que ella define como «patriotismo identitario». En ese marco, la defensa del cristianismo, la lengua, la cultura y la tradición italiana son presentadas como una respuesta necesaria frente a las consecuencias, en su opinión negativas, de una inmigración masiva no controlada.
Críticos de su discurso señalan que esta retórica puede fomentar estigmatización y exclusión hacia las comunidades musulmanas integradas, así como contribuir a una narrativa polarizante. Sin embargo, Meloni responde que el verdadero peligro para la convivencia no es el discurso identitario, sino la “renuncia cobarde” a defender los valores fundamentales de la civilización europea.
En este caso de la islamización en España solo se manifiesta de forma similar el partido de derechas VOX, que también mantiene una postura firme respecto a los peligros de la islamización y a título individual también vuelve a coincidir con Giorgia Meloni, la doctora en Derecho, Elena Ramallo, quien alerta sobre los peligros de este fenómeno en varias intervenciones y que ha escrito un artículo monográfico sobre el tema que ha tenido amplia repercusión en X.
Os comparto mi artículo:
— Elena Ramallo (@ElenaRamallo3) July 7, 2025
Islamización de Occidente: peligros y una advertencia para la democracia española.
RECOMENDARIA QUE LO LEYENSEN LOS PARTIDOS POLÍTICOS ESPAÑOLES https://t.co/emY3GxTfUm
Proyección internacional y relaciones con otros líderes
La llegada de Meloni al poder suscitó expectativas y recelos dentro y fuera de Italia. En el plano internacional, la ascensión de Giorgia Meloni supuso un cambio significativo en el escenario político europeo. Como líder del partido de derecha nacionalista más duro que ha gobernado Italia desde la posguerra, su victoria inicial generó inquietud en algunas capitales europeas. Muchos temían un giro euroescéptico en la tercera economía de la UE o un alineamiento con los gobiernos nacionalistas de Hungría y Polonia en sus choques con Bruselas. Sin embargo, en sus primeros meses al frente del Ejecutivo, Meloni se movió con pragmatismo y buscó proyectar una imagen de estabilidad y fiabilidad internacional. Rápidamente moderó algunos postulados euroescépticos de campaña —ha evitado cualquier sugerencia de salir del euro o la UE, definiéndose en cambio como “eurorealista”, es decir, crítica con Bruselas pero dispuesta a trabajar dentro del marco comunitario —. Asimismo, reafirmó el compromiso histórico de Italia con la OTAN y con la alianza occidental.
Una de las claves de la buena acogida que Meloni logró entre sus pares internacionales fue su postura frente a la guerra de Ucrania. A pesar de provenir de una tradición política que solía mirar con simpatía a Moscú (ella misma había abogado por mejores lazos con Rusia antes de 2022), tras la invasión rusa Meloni se alineó claramente con Kyiv. Ha apoyado sin titubeos las sanciones contra Rusia y la entrega de armamento para la defensa ucraniana, subrayando que Italia respaldará “a 360 grados” a Ucrania
frente a la agresión de Putin . Este firme atlantismo le valió el reconocimiento de líderes occidentales y despejó dudas sobre su fiabilidad como socia. Por ejemplo, Estados Unidos destacó la cooperación de Meloni en la ayuda a Ucrania, y el presidente Joe Biden mantuvo con ella una relación cordial desde el inicio, a diferencia de la frialdad que había mostrado con otros dirigentes europeos de derecha populista. En julio de 2023 Meloni fue recibida en la Casa Blanca, donde Biden elogió el compromiso italiano con la democracia y ambos reafirmaron la “fuerte alianza” entre Roma y Washington, más allá de diferencias ideológicas puntuales.
Meloni también ha cultivado activamente las relaciones con los principales líderes europeos. Su primer encuentro bilateral como primera ministra fue con el presidente francés Emmanuel Macron, tan solo un día después de asumir el cargo , en un gesto destinado a aliviar tensiones con París. Si bien en meses posteriores afloraron roces entre Italia y Francia (especialmente a raíz de la cuestión migratoria, que llevó a intercambios diplomáticos duros a finales de 2022), Meloni y Macron han mantenido el diálogo abierto sobre asuntos de interés mutuo como la energía y la defensa europea.
Con el canciller alemán Olaf Scholz, Meloni ha tenido una relación más distante, marcada por desacuerdos en temas presupuestarios y de refugiados, pero igualmente ha buscado puntos en común para no aislar a Italia en la UE. Un aspecto notable es que Meloni se ha mostrado capaz de interactuar con líderes de todo el espectro ideológico mundial. Como presumía un cartel en un evento de su partido, “Con Giorgia Meloni hay más Italia en el mundo” . En poco más de un año de gobierno, se ha reunido con mandatarios tan dispares como el presidente estadounidense Joe Biden y el líder chino Xi Jinping, demostrando disposición a dialogar tanto con aliados tradicionales de Occidente como con potencias de distinto signo . Ha estrechado lazos con socios ideológicamente afines –por ejemplo, forjó una buena sintonía con el primer ministro británico Rishi Sunak, con quien comparte la visión de frenar la inmigración ilegal y revitalizar la economía nacional –, pero también ha tenido encuentros cordiales con dirigentes políticamente distantes, como el primer ministro canadiense Justin Trudeau, con quien conversó durante las cumbres del G7 pese a sus divergencias en materias de derechos sociales .
Meloni ha tratado de posicionarse como una figura dialogante y pragmática, capaz de defender los intereses italianos sin romper puentes con ningún actor relevante. Italia asumió en 2024 la presidencia rotatoria del G7, lo que puso a Meloni en el centro de varias cumbres internacionales de alto nivel . En este rol, la primera ministra ha buscado aumentar el protagonismo italiano en la resolución de las grandes crisis globales. Tras los ataques de Hamás a Israel en octubre de 2023, Meloni viajó a Tel Aviv para expresar la solidaridad italiana con el pueblo israelí y luego visitó varios países árabes vecinos en un delicado ejercicio diplomático . Con ello, Italia bajo su liderazgo se mostró activa en promover la estabilidad en Oriente Medio, equilibrando su condena al terrorismo con la necesidad de diálogo en la región. De igual modo, Meloni se ha ofrecido como mediadora e interlocutora en foros internacionales sobre seguridad alimentaria, energía y cambio climático, intentando elevar la voz de Italia más allá de su peso económico específico.
La proyección internacional de Meloni ha sorprendido a muchos analistas que inicialmente la encasillaron solo como una líder nacionalista de línea dura. En poco tiempo, ha logrado ganarse un cierto prestigio en la arena global. A finales de 2022, la revista Forbes la clasificó como la séptima mujer más poderosa del mundo, y para 2024 ascendió al tercer puesto de esa lista . Asimismo, el influyente medio Politico Europe la señaló en 2025 como la persona más poderosa de Europa en su ránking anual, reflejo de la influencia que ejerce como jefa de gobierno de un país clave y de su habilidad para marcar la agenda en la UE . Estos reconocimientos internacionales subrayan el peso político que Meloni ha alcanzado más allá de las fronteras italianas.
No obstante, su imagen externa no está exenta de aristas. Mientras admiradores valoran su determinación y la comparan con otros líderes conservadores fuertes, críticos en Europa siguen alertando sobre sus raíces ideológicas. Meloni ha tenido que esforzarse por desmarcarse del neofascismo con el que se asoció su partido en sus orígenes. En cada foro internacional insiste en que su gobierno “condena sin ambigüedades la dictadura fascista” y que Italia sigue comprometida con los valores democráticos occidentales . Hasta ahora, su gestión exterior ha sido más prudente que radical, lo que le ha permitido mantener abierta la puerta del diálogo con la Comisión Europea y evitar choques frontales en Bruselas. Paralelamente, ha reforzado alianzas con países vecinos del Mediterráneo (como Grecia y España en materia migratoria) y con los socios de Europa del Este en la defensa de Ucrania, construyendo puentes variados.
En suma, Giorgia Meloni se ha consolidado no solo como la líder indiscutida de la política italiana actual, sino como una voz influyente en la escena internacional. Su trayectoria la ha llevado desde las trincheras de la militancia juvenil de extrema derecha hasta las mesas de decisión de las potencias mundiales. A través de un estilo nacionalista en lo retórico pero pragmático en lo estratégico, Meloni ha buscado combinar el lema de “primero Italia” con un rol activo de Italia en el mundo. Queda por ver cómo evolucionará su liderazgo en los próximos años, pero por lo pronto ha dejado claro que su llegada al poder marca una nueva etapa en la política italiana, una en la que conviven la reivindicación de la identidad tradicional con los desafíos de la globalización. Su figura suscita pasiones y recelos a partes iguales, pero nadie duda de que hoy Giorgia Meloni es una de las protagonistas centrales del tablero político europeo e internacional.
Imagen de Giorgia Meloni: Governo Italiano, CC BY 3.0 IT
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Equipo de redacción del magazine Digital diario.global. |