Circo en Miranda de Ebro
Miranda de Ebro tiene una profunda conexión con la tradición circense, acogiendo a numerosos circos que han deleitado a sus habitantes durante décadas. El Circo en Miranda de Ebro, no solo es una forma de entretenimiento, sino también una parte integral de su patrimonio cultural. Con eventos regulares y la llegada del Circo Raluy Histórico, la ciudad se ha consolidado como un lugar donde el arte del circo se vive y se celebra, manteniendo viva una tradición que fascina a todas las generaciones.
La tradición de los espectáculos de circo
El circo ha sido una forma de entretenimiento popular durante siglos, fascinando a audiencias de todas las edades con su mezcla de acrobacias, magia, música y animales entrenados. Originándose en la antigua Roma, el circo moderno tal como lo conocemos hoy se desarrolló en el siglo XVIII en Inglaterra, con la incorporación de actos como malabaristas, equilibristas y payasos.
Esta tradición ha evolucionado continuamente, manteniendo su capacidad de asombro y emoción, lo que lo convierte en una experiencia atemporal y universal. El circo no solo entretiene, sino que también preserva y transmite una rica herencia cultural.
La familia Raluy
La familia Raluy es sinónimo de tradición circense en España, con más de 150 años dedicados al arte del circo. Todo comenzó con Francisco Raluy, un joven aventurero de Fonz, Huesca, que junto a su esposa, viajaba por pequeñas aldeas realizando malabares con una cabra y un oso.
En 1911, en Carcasona, Francia, nació su hijo Luis Raluy Iglesias, quien continuó con la tradición familiar y expandió el legado circense. A lo largo de los años, la familia Raluy ha combinado talento, pasión y dedicación para convertirse en una de las compañías circenses más respetadas y reconocidas del mundo.
Historia de la familia Raluy
Luis Raluy Iglesias creció inmerso en las historias circenses de su padre, desarrollando una pasión por la gimnasia y el circo. Desde joven, se destacó como gimnasta en la Barceloneta y se unió a los célebres números de barras de los Oliveras y los Keistone, actuando en las pistas europeas más prestigiosas. Durante la Segunda Guerra Mundial, la familia regresó a Cataluña, encontrando en el London Bar de Barcelona un punto de encuentro para artistas, donde Luis consiguió contratos con los mejores circos españoles de la época.
Luis conoció a Marina Tomàs Jorba, con quien tuvo cuatro hijos: Luis, Carlos, Eduardo y Francis. La familia Raluy se embarcó en giras internacionales, y Luis se convirtió en uno de los primeros hombres bala europeos, ganando fama en importantes circos. Tras ser víctimas de las inundaciones de 1963 en Barcelona, la familia se recuperó y continuó entusiasmando al público con sus actos. Adquirieron su propia carpa y material circense, transformando el modesto Circo París en Circo Moscova, y más tarde en Circo de Moscú, antes de establecerse en España.
El Circo Raluy Histórico como empresa familiar
En 1972, ante el crecimiento de la familia y la necesidad de un proyecto más estable, Carlos Raluy propuso abrir su propio circo. La familia se unió a esta visión, y así nació el Circo Raluy Histórico, con un enfoque en preservar la esencia del arte circense clásico.
A lo largo de los años, el Circo Raluy Histórico ha ganado reconocimiento y premios, consolidándose como un referente cultural en Cataluña y el mundo. A pesar de los desafíos, incluida la división familiar en 2016 que dio origen al Circo Raluy Legacy y al Circo Histórico Raluy, la saga continúa, asegurando el futuro del circo con la llegada de la cuarta generación.
Hoy, el Circo Raluy Histórico sigue siendo una empresa familiar, donde cada miembro aporta su talento y dedicación para mantener viva la magia del circo. Sus espectáculos, que combinan acrobacias, malabares, actos de magia y música, continúan fascinando al público, perpetuando una herencia cultural que sigue siendo relevante y emocionante. Ven a Miranda de Ebro y sumérgete en la experiencia única que solo el Circo Raluy Histórico puede ofrecer, una verdadera joya del entretenimiento circense.
